Pareciera que esto fuese parte del doble estándar con el cual se ha manejado el gobierno y algunos funcionarios estos primeros meses: el presidente llamando a la unidad nacional en la mañana y en la tarde fustigando a la oposición y sus representantes, o Intendentes que se van de vacaciones a Sudáfrica en medio de período de inundaciones en sus regiones, pero que asumieron meses antes para hacer un gobierno eficiente. Sólo muestras de la incoherencia con la cual se ha manejado durante estos meses el gobierno, para que hablar de los múltiples conflictos de interés de funcionarios y del propio presidente, lo cual restringe ostensiblemente sus facultades para actuar, los inhabilita éticamente para actuar aun considerando que lo hagan por el interés público, e incluso, obligándolos a renunciar o vender.
No queremos un gobierno del más pillo o del más vivo, queremos un gobierno mejor. Si hay que mantener iniciativas que se han implementado en gobiernos anteriores, hay que mejorarlas si ello cabe, pero no pretender traficarlas como propias; si existen obras en curso, iniciadas en gobiernos anteriores, hay que terminarlas bien para beneficio de la gente. La pretensión fundacional propia de las mentalidades totalitarias es un fenómeno político y social del siglo XX y muy ajeno a nuestra realidad nacional, hoy no se puede pretender engañar a los ciudadanos por mucho tiempo. Recurrir a estratagemas de esta naturaleza constituye una burla para los ciudadanos que tarde o temprano termina minando la confianza, la credibilidad, algo tan necesario para el buen gobierno. A la seguidilla de errores iniciales, le siguió una estrategia comunicacional agresiva contra los gobiernos anteriores, contra sus obras, contra sus autoridades y relativizando sus logros; los resultados los hemos visto estos días en las sucesivas encuestas donde la imagen y popularidad del presidente y del gobierno distan mucho de ser confortables, más aún, los ciudadanos han castigado al gobierno por sus errores políticos a pesar de las buenas cifras económicas, a la gente no le gustan estas triquiñuelas.